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Enseñar en la cárcel, alegría de Olga

El regreso a la cárcel, esta vez como instructora de bordado, es una de las experiencias más satisfactorias que ha tenido Olga Cecilia, quien aprovechó la oportunidad para enseñar una de sus pasiones, pero también para conocer nuevas personas y revivir los recuerdos de la estancia en una cárcel. Ella sigue a la espera de poder regresar a Bellavista y estar de nuevo con sus muchachos, enseñándoles a bordar.

Peter Ramírez. 15/08/2013

Ella nunca se imaginó que volvería a pisar una cárcel y, mucho menos, una de hombres. Tampoco pasó por su mente que cruzaría las puertas del encierro para desempeñarse como instructora de bordado español. Pero así le sucedió y, durante los meses que duró, fue feliz enseñando, conociendo gente y reviviendo en algo su paso tras las rejas.

El regreso de Olga Cecilia a la cárcel se dio cuando la Fundación Bordado a Mano y el Centro de Reclusión Bellavista hicieron un convenio para que un representante de la fundación, semanalmente, les enseñara la técnica de bordado español a los internos.

Cuando se enteró de la idea y le propusieron dictar el curso, no lo pensó dos veces. Era la oportunidad de enseñar bordado, una de sus pasiones. También, de estar otra vez en una cárcel, un lugar que, pese a las dificultades y tormentos que trae consigo, fue una experiencia que cambió su vida. Por eso, no le dada temor recordar esa etapa de su vida, esos ocho años y cuatro meses de encierro.Fundación Bordado a Mano-1.jpg

“Yo me animé mucho y me pareció tan rico estar allá con ellos, conocer, compartir desde mi libertad y compartir ese mundo de la cárcel. No me dio miedo y me gustó mucho la idea.  Le conté a mucha gente, a mi familia, a mis amigos y a los del colegio”, dice. Y es que en este momento, Olga está validando los grados octavo y noveno en una institución educativa de Campo Valdés.

Cuando le advirtieron que no iba a recibir dinero a cambio de sus labores en Bellavista, no le importó. Cuando le dijeron que era un voluntariado y sin ninguna remuneración solo dijo: “no le hace, con tal de que me den para los pasajes y para el tinto, yo voy”. Las ganas de enseñar bordado y estar de nuevo en una cárcel la convencieron.

De nuevo en una cárcel

Dispuesta a enseñar bordado español, y tras 20 meses de libertad, Olga llegó a Bellavista. Después de muchos meses volvía a pisar una cárcel, pero las circunstancias eran muy diferentes a cuando estuvo recluida en El Pedregal y en El Buen Pastor. Esta vez, iba como visitante y como toda una profesora. Pero, cuando vio el lugar, inevitablemente supo que aquella atmosfera le haría revivir sus momentos como interna.

“Me puse bien linda y me organicé. Cuando vi la cárcel me dio un susto. No de entrar, no de estar dentro de la reclusión. No sé explicarlo, pero el ánimo no se me cayó”, recordó una entusiasmada Olga.

Adentro en la cárcel, después de pasar los protocolos de ingreso,  llegó ante un grupo de hombres del patio 12, que esperaban dispuestos a recibir su primera clase de bordado español.

Ese primer día lo aprovechó para presentarse y decirle a sus alumnos de qué se trataba el curso. Les enseñó cosas básicas: cómo enhebrar una aguja, las medidas de las telas. Pero, su personalidad extrovertida y amigable, la llevó a aprovechar el encuentro para saber más de la vida de ellos, conocerlos, preguntarles cosas típicas de la cárcel. Quiso saber cómo estaban, desde cuándo eran internos y por qué estaban presos.

“Yo cuando llegué a la cárcel me sentí como parte de ella, retrocedí en mi tiempo. Recordé la convivencia, los alimentos, el bongo – lugar donde comen los internos – la salida, toda esa problemática que se presenta en una reclusión. Pero nada… para adelante”. Fundación- Bordado -a -Mano-2.jpg

Bordar para cambiar la rutina

Estar en la cárcel no es fácil y Olga lo sabe muy bien, su paso por aquel lugar fue un contraste de buenas y malas experiencias. Para ella lo más difícil de la vida tras las rejas es la convivencia y la monotonía, “uno tiene que aprender a convivir, porque el tener que ver las mismas caras de los guardianes y de las compañeras todo el tiempo, se va volviendo aburridor. Pero allá, usted mismo se hace la vida buena o mala”.

Por eso se entusiasmó con el curso de bordado. Sabía que era una forma de ayudarles a combatir esa rutina deprimente, que ella un día vivió en la cárcel. “La idea era que ellos manejaran una vida diferente a la extramural, que no fuera levantarse, ir al bongo, vagar y estresarse. Era sacarlos poco a poco de esa monotonía carcelaria”.

El bordado puede convertirse en una pasión y es una actividad que requiere mucho tiempo de dedicación, por eso es una actividad ideal para los internos.  “Una vez alguien del curso expresó su pereza de bordar, pero yo le decía: no hermano uno encerrado y con pereza, anímese esta es una forma de relajarse”.

Olga y sus muchachos

El curso fue dirigido en especial a la población homosexual de Bellavista. Para Olga fue una gran experiencia, quedó encantada con la calidez y la amabilidad que le brindaban. “Convivir con ellos fue muy bonito, fueron atentos, respetuosos, íntegros, dispuestos a aprender”.

Mediante las clases, Olga, quien ha vivido en carne propia el rechazo, comprendió mejor la situación de varios de los internos, que también han sido excluidos por su propia familia, por los mismos internos y por la sociedad. “Son muchas veces rechazados en esta porquería de mundo”.

Olga siempre encuentra palabras para expresar sus emociones, pero cuando recordaba su tarea en la cárcel y a su grupo de aprendices, se le quiebra la voz y sus ojos se encharcan. “No tengo palabras para decir…, aprendían rápido y se superaban cada vez más en el bordado, siempre estaban disponibles. Uno decía: ¡qué rico, vino la profe! Ellos mismos me cargaban, me invitaban a tinto, a cigarrillos, me sostenían el pelo, me decían: ¡qué tan lindas esas arrugas!”.

Bordar, una oportunidad para salir adelante

Olga aprendió bordado cuando estaba en la cárcel y sabe que para aprenderlo se requiere mucha dedicación y sobre todo mucha paciencia, porque un pequeño error daña todo un trabajo.

Por eso, y  a pesar de que reconoce no ser una persona paciente, esta vez, supo orientar su grupo con toda tranquilidad, sin afanes, siendo compresiva y corrigiéndolos con cariño. “Yo me puse en los zapatos de ellos,  cuando me decían: ‘¿cómo hago esto?’ o ‘esto me quedó mal’,  yo les respondía: ‘tranquilos mis amores, relájense, no se preocupen’ y les volvía a enseñar. Es que yo también dañé mucha tela para poder aprender. Algunos bordan muy lindo, creo que hasta mejor que yo”.

El bordado español es una técnica en la que, a través de punteadas, se crean figuras o cualquier tipo de diseño en telas de algodón, en especial en tela escocesa, para producir individuales, batolas, baberos, toallas, fundas y manteles.

La idea es que las personas aprendan el bordado español, lo practiquen como una actividad en la cárcel que les disminuya su condena, hagan sus propios productos y, más adelante, los puedan comercializar, inclusive montando una microempresa de internos.

Olga recuerda que durante los cursos, los internos bordaron tollas, individuales y portavasos. Muchos de esos productos se los daban a sus familias y otros se quedaban en la cárcel. Lo que más querían bordar eran toallas y fundas de almohadas.

Poco a poco Olga se fue ganado la confianza y el cariño de los internos y vigilantes. Ya tenía permiso de ir por los patios 2, 5, 8 y 12 para preguntar quiénes querían aprender a bordar y llevárselos a un pequeño salón para dar su clase. Cada clase semanal duraba entre 3 y 4 Fundación- Bordado -a -Mano-2.jpghoras.

El fin de los cursos y de la alegría de Olga

Desde hace algunas semanas, los cursos de bordado español ya no se dictan en Bellavista. La razón es la falta de recursos para materiales de buena calidad y para transporte. Por ello, la fundación no ha podido continuar con esta actividad. “Me quedo con la satisfacción y la alegría de que mientras estuve yendo, me devolvía cada vez más contenta, porque siempre les veía las ganas de aprender y los progresos de los bordados”.

Olga sigue a la espera de que un día la llamen y le digan que puede volver a dar sus cursos a Bellavista y, si tiene suerte, empezar el curso en El Pedregal y, de nuevo, enseñar y disfrutar el compartir unas horas con los internos.

Mientras tanto Olga, a sus 53 años, sigue vinculada a la Fundación Bordado a Mano, luego de 26 meses de libertad. Vive en la casa materna con su hermana y sigue recorriendo las calles de la ciudad, como siempre lo ha hecho. Quiere terminar su bachillerato y sigue en la búsqueda de oportunidades en una sociedad que la rechaza y le cierra las puertas, por ser pospenada. Hoy, con el apoyo de especialistas, lucha contra el consumo de drogas, que la acompañó durante 35 años de su vida. Piensa dejarlo atrás para siempre, pues fue eso lo que le quitó su libertad.

Con los ojos encharcados, recuerda el inesperado fin de los cursos, le duele no haberse podido despedir de sus muchachos, de dejar las clases a medias. Cuando las lágrimas son inevitables, dice: “qué pesar, lloro de rabia, de impotencia, por no tener yo misma materiales e ir a dar los cursos, de no poder enseñarles. Me da tristeza, además, porque ellos estaba contando con una certificación por asistir al curso. Me da verraquera y dolor no poder estar con ellos, son muy lindos”.

Jóvenes inician capacitación en manejo de telas

Con la participación de cerca de 20 personas, inició el taller de capacitación en patchwork –técnica de manejo de tela – con el objetivo de que jóvenes aprendan a crear productos con pedazos de tela y, más adelante, puedan iniciar sus propios negocios.

11/08/2013

La capacitación, que inició el 8 de agosto, es organizada por la Fundación Bordado a Mano y cuenta con el apoyo y la participación de la fundación Opción Fututo,  de la institución ALIVI y de la Corporación CRESER. Con esta iniciativa, se ayuda a que varios adolescentes encuentren y practiquen una actividad sana y que les sirva para su futuro.capacitación patchwork Fundación Bordado a Mano-4-

Dominique Bayet, presidente de la Fundación Opción Futuro, ve en esta capacitación una oportunidad para mezclar el aprendizaje y el emprendimiento. Además, esta actividad  permite “que el día de mañana ellas pongan el futuro en sus propias manos”, como explica Bayet.

La primera jornada de la capacitación sirvió para dar a conocer la técnica del patchwork y muestras de productos, como delantales, fundas, toallas, entre otros,  que durante el curso los participantes podrán hacer.

Los jóvenes, muchos de ellos menores de edad, se mostraron entusiasmados con la idea de aprender esta técnica y poder hacer sus propias creaciones para poder utilizarlas ellos mismos, regalarlas o venderlas.capacitación patchwork Fundación Bordado a Mano1

Ángela María  Botero, profesora de artística de ALIVI, reconoce que esta actividad traerá muchos beneficios a estos jóvenes.

“Nosotros traemos a la capacitación a unos jóvenes del internado. El objetivo es que aprendan un arte y que sea una puerta abierta para que el día de mañana, que salgan de la fundación, tengan con qué defenderse y apoyar a sus familias”.

La capacitación se hará todos los jueves desde las 2 de la tarde.  Las inscripciones todavía están abiertas. Para cualquier información comuníquese al teléfono: 284 60 57.

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Mujeres obtienen sustento con retazos de telas

Gracias al apoyo de otras fundaciones, Bordado a Mano pudo iniciar un nuevo proyecto que brinda trabajo a 20 mujeres. Se trata de la fabricación de carpetas hechas con retazos de telas, las cuales sirven como elemento de limpieza.

04/08/2013

Esta iniciativa comenzó el 29 de julio y ha brindado la oportunidad para que mujeres pospenadas obtengan un ingreso y ayuden al sustento de sus familias.

Una de esas mujeres es Margarita, quien llegó a la fundación en busca de trabajo después de la salir de la cárcel,  “ahora estoy muyFundación Bordado a Mano - Carpetas contenta, en la fundación me han ayudado mucho económica y moralmente”, dice.

Margarita, quien lleva 10 meses fuera de la cárcel,  ha encontrado muchas dificultades para obtener un empleo, pese a que, con el apoyo de la fundación, ha aprendido confecciones y a manejar maquina fileteadora.

Para ella, estar en fundación en sentirse valorada y sin rechazos, porque “cuando uno sale de la cárcel se encuentra con muchas limitaciones por parte de la sociedad. Me ha tocado aprender varios oficios y gracias a la fundación hoy tengo un sustento”, expresa.

Las carpetas son hechas de retazos de algodón, los cuales muchas veces son considerados como basura por las empresas.

Esta actividad permite el trabajo en equipo, pues mientras un grupo de mujeres las crea, otro las cose. Por eso, estas mujeres se han mostrado juiciosas y responsables en su labor. El producto final es enviado a otra fundación para ser distribuido en ciudades como Barranquilla y Cartagena y es usado para ayudar a la limpieza de motores y otros objetos.

Entre las personas que fabrican las carpetas se encuentran mujeres jóvenes que son amigas de la fundación quienes en compañía de mujeres pospenadas aprovechan esta oportunidad para tener un ingreso económico.

Para Cruz Elena Palacio, directora de la fundación, esta iniciativa es un ejemplo del apoyo que se les debe dar a las mujeres pospenadas,Fundación Bordado a Mano - Carpetas porque, como dice, ellas tienen “mucho talento, muchas ganas de seguir adelante y de rehacer la vida dentro de la legalidad. Hay que darles simplemente una oportunidad, porque ellas valoran mucho poder trabajar”.

Para la fundación es importante contar con el apoyo de personas y empresas que permiten ofrecer trabajo a mujeres dispuestas a iniciar una nueva vida y, como en el caso de estas 20 mujeres, Bordado a Mano espera seguir creciendo y poder brindar más y mejores oportunidades.

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